Desde hace ya algún tiempo, se viene especulando con la necesidad de avanzar hacia otra manera de hacer las cosas en economía. Los últimos años de crisis han hecho que muchas empresas se planteen algo más que el simple concepto utilitarista de la búsqueda de beneficios económicos, y quieran poner en valor otros aspectos hasta ahora secundarios en sus operaciones comerciales.
En mercados complejos, donde la supervivencia se antoja cada vez más difícil, las empresas buscan en cuestiones como la sostenibilidad o la responsabilidad social empresarial esa ventaja competitiva que las diferencie de las demás y que favorezca la creación de relaciones sostenibles y éticamente responsables con todos los grupos de interés con los que se relaciona (stakeholders).
Existe mucha confusión en la utilización de todos estos conceptos. La sostenibilidad suele asociarse con el medio ambiente y el término social se vincula estrictamente a la acción social, cuando lo que se pretende es un enfoque mucho más amplio que llegue hasta los empleados, clientes, proveedores, accionistas y comunidad donde se desarrolla
Libro Verde de
Foro de expertos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (2007) “
No sería de extrañar que todo esto nos parezca demasiado abstracto, teórico o idealista, pero no debemos olvidar que pueden ser la base de nuevas medidas y acciones que marquen la creación de empleo a medio plazo y el futuro del marco de gestión de las relaciones laborales en las empresas, en las que todos deberíamos estar implicados.
Son ideas que permanecen en el tiempo y que no pierden su sentido. Así por ejemplo, en El informe Brundtland, elaborado para la ONU en 1987, se utilizó por primera vez lo que se podría entender por sostenibilidad desde la perspectiva de la prosperidad humana,: “Satisfacer las necesidades del presente sin comprometer o sacrificar la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades”
En 2010, Ley de Economía Sostenible, en su artículo 2 recoge este pensamiento de manera casi literal: “Se entiende por economía sostenible un patrón de crecimiento que concilie el desarrollo económico, social y ambiental en una economía productiva y competitiva, que favorezca el empleo de calidad, la igualdad de oportunidades y la cohesión social, y que garantice el respeto ambiental y el uso racional de los recursos naturales, de forma que permita satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades.”
Quizá, el paso más difícil es trasladar todo ese marco teórico a medidas tangibles que se desarrollen, tanto a nivel externo como interno, por parte de las empresas hacia sus distintos grupos de interés. Algunos ejemplos de estas prácticas podrían ser los siguientes:
A nivel externo:
- Exigencia a los proveedores del cumplimiento de unas exigencias básicas en su actividad sin las cuales no se mantendrían las relaciones comerciales.
- Compromiso de realizar una publicidad responsable de los productos y servicios de la empresa.
- Fomentar programas de consumo responsable hacia la población.
- Compromiso de buenas prácticas y en contra de cualquier tipo de corrupción en las transacciones comerciales y/o en las relaciones con las administraciones públicas.
A nivel interno:
- Programas de acogida en la empresa a los nuevos empleados para explicarles cuáles son los valores y cultura de la empresa, y las normas de funcionamiento dentro de la misma.
- Programas de becas de estudios para hijos de los empleados o para los empadronados en el municipio donde esté ubicada la empresa.
- Adaptación de horarios flexibles para poder conciliar la vida familiar y profesional.
- “Plan de compensación salarial”: Permite a los empleados de la empresa adaptar el salario a las necesidades familiares y personales.
- “Política de luces apagadas”: Ningún empleado puede permanecer en su trabajo a partir de las 19 horas y más tarde de las 17 horas no se convocará ninguna reunión (podría entenderse como una medida a nivel medioambiental como ahorro de energía, o de conciliación de la vida familiar y profesional).
El problema con el que nos podemos encontrar es que esta nueva filosofía de hacer las cosas quede reducida a una búsqueda de certificaciones por parte de las empresas (SGE 21, RS10, ISO 26000, …..), como un mero instrumento de lavado de imagen. Lo que no se debería perder de vista es ese elemento que destaca la voluntariedad por parte de la empresa de ir más allá de lo que la legislación establece, buscando integrar en toda su gestión los valores elegidos para su código de conducta en las relaciones con los grupos de interés, avanzando hacia un concepto de economía más humanista.
En este sentido, el comportamiento humano individualista y exclusivo al que nos lleva la búsqueda de la maximización de la utilidad y el beneficio, empieza a ser cuestionado por otras ciencias como la biología en sus enfoques más innovadores. Es “
Estaríamos hablando de un tipo de gestión ética basada en una profunda conciencia humana como principio armonizador de los tres pilares de la sostenibilidad: Sociedad, Economía y Medio Ambiente.
Siempre es interesante el conocer como las empresas están integrando este tipo de políticas. Te proponemos unos cuantos ejemplos para que les eches un vistazo: kairos Sociedad Cooperativa, Metro de Bilbao, Sirasa, Renfe, Inditex, ……..
No hay comentarios:
Publicar un comentario